No tengo la intención de escribir una auditoría de los 28
años que tengo dando lata por este plano de la existencia menos aún mis
memorias, no vine a tirar netas y como escribí con anterioridad es más una
cuestión terapéutica.
Sin embargo al estar frente a un teclado no puedo evitar
recordar algunos episodios de mi vida que han definido mi carácter como cuando
tenía 5 años y fui atacado por unas hormigas o unos meses después cuando me
pico una abeja o mejor aun cuando me quede encerrado en la cajuela del auto de
mi padre…si así es desde niño tuve cierta destreza para meterme en problemas.
Cabe destacar que soy
tapatío por nacimiento y que los primeros años de mi infancia los pase en una
pequeña ciudad con olor a campo cuyo pueblo tiene el empuje que mueve a México
(o al menos eso diría un panfleto de solidaridad, el programa gubernamental en
turno a principios de los 90) la ciudad en cuestión es La Piedad en el
pintoresco estado de Michoacán (si así diría el mismo panfleto gubernamental).
Pero la cruda realidad de las cosas es que La Piedad era (y sigue siendo) un pueblo apestoso, un punto de paso entre Guadalajara y la Ciudad de México (aunque este tipo de comentarios hagan enojar a mi tía Chuy); o solo el paraíso para los comedores de productos derivados de ese tierno animalito conocido como cerdo (no el que abunda en la clase política mexicana).
El punto es que estaré escribiendo algunas cosas chuscas de mi vida, otras más cotidianas y otras tantas más orientadas hacia mis opiniones de temas más actuales.
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